La escuela en la nube

En rrebrand tenemos una especial sensibilidad por la Educación y queremos ser partícipes de la revolución que está viviendo este sector. Por ello, nos interesan especialmente las experiencias educativas innovadoras y una de ellas es la Escuela en la Nube.

Algunas de estas experiencias, como la escuela en la nube, están ya funcionando de modo muy exitoso. Y responden al desarrollo de las habilidades necesarias en un momento en el que el saber está quedando obsoleto (ya que el conocimiento está en la nube), en el que la colaboración y comunicación son cada vez más importantes, y en el que la adaptación a los cambios cada vez más acelerados que vivimos es vital.

Estas experiencias dibujan el modelo educativo del Futuro. Que es un modelo en el cual la creatividad, la comunicación y el trabajo en equipo cobran muchísima importancia. Y en el que Los alumnos aprenden no tanto por asignaturas, sino a través de proyectos, que a veces son reales y ofrecen un servicio a la comunidad.

En este modelo la labor de los docentes no es tanto aportar conocimiento a los alumnos. Y En él la formación, el desarrollo y la comunicación entre los citados docentes es un tema central.

Y sobre todo, lo más importante es que en este modelo educativo se genera un entorno que permite a los alumnos jugar, experimentar y cometer errores. Y en él que cada alumno va aprendiendo a su ritmo y buscando su propio camino en función de sus intereses.

Los experimentos de Sugata

Dentro de las experiencias educativas innovadoras que se han dado a nivel internacional en los últimos años, una de las más relevantes e interesantes es la de Sugata Mitra y los Entornos de Aprendizaje Auto-organizados (conocidos como SOLE, Self Organized Learning Environments). A mediados de septiembre tuvimos el placer de escuchar al propio Sugata contándonos esta experiencia en directo en Madrid.

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Sugata Mitra es un profesor y científico que en 1999 comenzó sus una serie de experimentos que denominó “Hole in the Wall”. El primero de ellos consistió en colocar un ordenador con conexión a internet integrado en un muro cercano a su oficina, en un slum deprimido de Nueva Delhi. Y simplemente dejar que los niños del slum experimentasen con él, sin darles explicación previa alguna.

¿Qué harían los niños al verse frente al ordenador, sin nadie que les explicase siquiera qué era aquel aparato que no habían visto nunca?

Rápidamente aprendieron el funcionamiento básico del ordenador y comenzaron a buscar información en internet. Y en poco tiempo adquirieron conocimientos y se plantearon preguntas que se suponían muy por delante de su edad.

¿Cómo podía suceder esto?

La respuesta es que se generaba, dentro de la situación caótica que eran unos niños alrededor de un ordenador, un orden espontáneo logrando un entorno auto-organizado. En resumen, todos funcionaban como una inteligencia colectiva que sustituía al profesor más eficiente.

Sugata repitió el mismo experimento en diferentes lugares de la India, con climas, etnias y entornos socioeconómicos totalmente diferentes. Esta vez les lanzó retos más concretos como: mejorar su pronunciación o formarse una opinión sobre diversos temas comprometidos. Siempre se repitieron los mismos asombrosos resultados.

De hecho, Sugata cuenta infinitud de anécdotas que reflejan estos sorprendentes resultados de sus experimentos, como la del niño que le dijo indignado “Nos has dado una máquina que solo funciona en inglés. Así que hemos tenido que enseñarnos inglés entre nosotros para poder usarla”

SOLE + Nube de abuelas = Escuela en la Nube

La conclusión era clara. Solo era necesario juntar un grupo de niños, darles una conexión a internet (lo ideal es 1 por cada 4 niños) y un estímulo (un reto interesante), para que estos niños, en un entorno de diversión, se auto-organizasen y aprendiesen a velocidades sorprendentes. Surgían así los SOLE, o Entornos de Aprendizaje Auto-organizados.

Planteó a los niños retos tan complejos como aprender biotecnología y en el proceso descubrió que a estos les venía muy bien tener a un adulto que les dijese cosas como: “¡Wow! ¿Cómo has hecho eso?”, “Y ahora, ¿qué es lo siguiente?”, “Yo a vuestra edad no sabía tantas cosas”…En resumen, alguien que les admirase, animase y ayudase. Sugata lo denominó el “Método de la Abuela”.

Por ello, en 2009, utilizó The Guardian para buscar voluntarios para crear una “red de abuelas” que pudiesen facilitar online estos procesos en diversas escuelas de la India rural. Se creó, así, la “nube de abuelas”, que a día de hoy sigue funcionando.

Y así, con la “nube de abuelas” facilitando los SOLE, se formó la Escuela en la Nube. Una experiencia educativa que se ha replicado en muchos lugares de todo el mundo, y a diversos niveles (primaria, secundaria, universitaria…).

Si bien la figura de la “abuela en la nube” ha sido en muchos casos sustituía por la de un facilitador presencial, que es algo que funciona igual de bien, ya que lo importante es que haya alguien que facilite el proceso animando, ayudando, admirando…y dando a los alumnos un estímulo para que busquen en internet y aprendan.

De este modo, la “abuela” o facilitador tiene dos “deberes”:

Por un lado, Dedicar un tiempo a cada alumno para conocerlo, y que éste se sienta apoyado. De hecho, en algunos casos, las “abuelas” siguen apoyando a sus niños cuando estos se hacen mayores.

Y por otro lado, tiene que dar al grupo de alumnos el citado estímulo. Lo cual consigue planteándoles las Grandes Preguntas.

Estas son como su propio nombre indica: grandes, abiertas, estimulantes y difíciles de resolver. Y cuya respuesta, muchas veces, es desconocida para la “abuela”. Para que la búsqueda de los niños tenga aun más sentido.

Funcionamiento de las clases

Las Grandes Preguntas estructuran las clases de la Escuela en la Nube. Consistiendo la mecánica de estas clases en que la “abuela” lanza la pregunta, discute con el grupo sobre ella durante 5 minutos y se da otros 25 al grupo de alumnos para que, trabajando en equipo y con una conexión a internet, encuentren una respuesta.

Dentro del aparente caos, los niños se auto-organizan, investigan, y llegan a conclusiones que finalmente exponen a sus “abuelas”. A continuación, las “abuelas” lanzan una nueva pregunta, el proceso se va continuamente repitiendo, y los niños van aprendiendo a velocidades sorprendentes.

Las “abuelas” van graduando la dificultad de las preguntas. Por ejemplo, se les puede empezar preguntando a los alumnos “¿cuáles son tu olores favoritos?” para seguir con “¿cómo son los olores? y acabar planteándoles “¿cómo funciona la nariz?”. Las “abuelas” tienen también una alta flexibilidad para adaptar sus preguntas a los intereses e inquietudes de los niños. Quienes, muchas veces, saben mejor que nadie qué quieren aprender en clase.

Sería pertinente preguntarse ¿Y este sistema funciona siempre tan bien? Pues de acuerdo con las experiencias registradas hasta ahora, esta metodología funciona peor con alumnos mayores de 16 años que no la han usado previamente, debido a los egos y los “yo no entiendo de esto” que aparecen. Curiosamente, vuelve a funcionar bien si los alumnos son mayores de 70 años.

Y finalmente, con respecto a la evaluación de los niños de la Escuela en la Nube, es obvio que esta metodología precisa de un sistema de evaluación diferente al tradicional.

Esto es algo en lo que Sugata Mitra insiste especialmente. Este sistema de evaluación debe estar basado en resolver retos en vez de en pruebas escritas. En un currículo de preguntas en vez de hechos. Y debe ser un sistema de evaluación que valore la comprensión en vez de la lectura, la comunicación en vez de la escritura y la computación en vez de la aritmética.

¿Y por qué la Escuela en la Nube?

Sugata plantea la Escuela en la Nube como una evolución natural de la Educación, que se ha ido adaptando a las herramientas disponibles y al lugar donde se encuentra el conocimiento. Si cuando la transmisión de conocimientos era oral existía la Academia, y cuando se inventó la imprenta y los conocimientos estaban en los libros se desarrollaban en las universidades, ahora que existen los ordenadores, el conocimiento está en la red y tiene lógica la existencia de la Escuela en la Nube. Más aún teniendo en cuenta sus beneficios, ya que se ha demostrado que esta Escuela aumenta: la motivación, la independencia, la creatividad, la comunicación y socialización de los niños ,logrando así cumplir con su objetivo: que los niños de hoy sean en el futuro adultos sanos, felices y productivos.

Un objetivo que, se supone, debería ser el de todas las escuelas.